
Estoy de pie sobre la frontera entre lo escaso y lo excesivo, entre tu escasez y tu exceso, porque eres tú quien lo dibuja. Y yo me limito a desplazarme sobre la aduana, manteniendo el perfecto equilibrio y sin tambalearme ni un ápice, por miedo a pisar campo de batalla. Vivo sobre su trazo porque así jamás rebasaré tu permiso, porque me niego a alejarme de tu pulso.
¿Y la mía? La mía eres tú también, porque yo la esbocé bajo las suelas de tus zapatos.
¿Y la mía? La mía eres tú también, porque yo la esbocé bajo las suelas de tus zapatos.
Ni unos ni otros, es el deseo el pintor de todo.
ResponderEliminar...y es tan fuerte el deseo como firme el trazo
ResponderEliminarqué bien escribes, condenada.
ResponderEliminarCogió el lápiz con tanta fuerza como pudo, incluso en algún momento temió que se partiera por el efecto de la presión incontrolada que imprimía la palma de su mano engarrotada sobra la madera. Comprobó que la punta estaba bien afilada, y se propuso dibujar una linea que dejara marcado para siempre todo aquello que nunca puede caer en el olvido por que ya ha traspasado el papel. Así, imitando a sus recuerdos, hizo un surco sobre su lienzo que le llevará directamente hasta ella.
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