domingo, 19 de diciembre de 2010

Un domingo telefónico



El teléfono quiere espuma de cerveza
Aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia
(L.G. Montero)

¿Qué pasa cuando somos dos, pero no lo somos a la vez? ¿Es romance también el esfuerzo de los días de lluvia?
Yo contemplo los despojos de tu mitad en la mía (la ropa olvidada, las huellas de barro, la canción...) mientras preguntas cuándo volveré. Y miro fijamente el calendario, porque el hambre de este domingo habrá de durar aún semanas.
Me acostumbro a acostumbrarme, pero ves que no me puedo conformar. Me acostumbro a estar contigo, pero no es igual que estar en ti. Es tan fácil ovillarse en tu regazo que celebro con más ufanía y mérito los días que camino sola a la estación, que los que vienes conmigo. Éstos últimos, quiero creer, serán mi rutina. Mis visitas, ya lo dijiste, son como la vuelta al hogar. Mi vida real futura, hoy dura diez días al mes.
Lo demás, lo de ahora, se va transformando en pasado a medida que engullo las horas. Esta frase ya es remota, esta pena ya ha acabado, esta tarde ya es ayer.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cuerpos celestes y cuerpos tostados

¿No ves que acaba de salir a conversar? Sí, la miro y me convenzo, está charlando con mi deseo. Asoma su mano de niña por la ventana, paladea un rayo de sol y decide que está a punto. El astro la está esperando, y yo ya empiezo a competir con sus destellos.
La persiana se levanta como un telón de teatro, y descubre a su artista invitada envuelta en una toalla azul cielo, o verde mar, o gris marengo, qué se yo... mis ojos no ven más colores que los que mi cabeza imagina. Y adivino sus lunares, el corte del bañador, la picadura de mosquito del muslo izquierdo. ¿No te das cuenta? Me está provocando. Pretende que la contemple, y yo me dejo convencer.
Se pasea descalza por la terraza vacía, y desde aquí me fascina hasta el polvo que se pega a sus talones. Acerca su libro de drama barato, se ajusta las gafas de sol, bebe un sorbito de agua... ¡qué delicia de sabor, lo insípido en su boca! Y ahora fíjate, es mi momento preferido, ¿lo ves? Se escapa de su envoltorio y saca su figura a relucir. Lleva un bañador rosa palo, o blanco roto, o lila claro, o... ¿te has fijado? Se ha rascado la cintura. Es esbelto su arañazo, también. Como si escarbara la tierra húmeda para enterrar su botín, o su presa. Yo me inclino más por lo segundo, ¿tú no? A mí, de todas formas, ya me tiene muerto en vida.