domingo, 4 de octubre de 2009

Añicos

Tenía una pequeña cicatriz en la boca, un caprichoso garabato que daba una pincelada única a su labio inferior. Era una boca párvula, de un color casi neutro, una boca tan absurda que jamás habría llamado la atención en solitario. Sin embargo, aquella marca arbitraria la hizo irresistible para él, quien, con una atención hipnótica, seguía minuciosamente el baile de movimientos labiales que tenía lugar en todas sus charlas. La contemplaba morder el lápiz en clase, soplar el polvo de la libreta o fumar a escondidas en el recreo, y perseguía sus ajetreos movido por un único incentivo. Se obsesionó de tal manera con la cicatriz, que imaginaba su textura, su suavidad, su sabor. Fue tan intenso el empeño, que en ocasiones ni él mismo sabía si ansiaba besarla a ella o a la marca impresa en sus labios.
Habían pasado casi diez años cuando volvió a ver su graciosa figura contonéandose a través de un paso de cebra. Él avanzaba en la dirección opuesta, y al instante reconoció a la musa de su niñez. Recordó la cicatriz nítidamente, y su alusión eclipsó cualquier otro pensamiento. Tanto tiempo después aún seguía rendido ante su influjo. "No iré a trabajar" se convenció en un segundo, "la seguiré si es necesario". Pero no habían terminado de tomar forma estas ideas en su cabeza, cuando todos sus esquemas se desplomaron ante él. "¿Dónde está la cicatriz?"
Se detuvo en seco, miró con grosero descaro, casi defraudado, cómo pasaba por su lado y volvió en sí como por arte de magia. Se había roto el hechizo, era por fin libre, sin embargo ¡qué libertad tan vacía! Suspiró, comprendiendo con pesar que, en realidad, jamás había estado enamorado.

Y reanudó su marcha, maldiciendo entre improperios, al inventor del carmín.


3 comentarios:

  1. Con qué facilidad nos encaprichamos de las cosas más pequeñas... y pueden ser caprichos enormes. Yo tengo una larga lista. Demasiado larga!
    pd: me encantó!!

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  2. No sé qué es más agradable si un capricho que merma nuestra voluntad o uno que la alimente...

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  3. Pienso que un final bueno es primordial para el resto del relato, y la frase última de éste me ha encantado.
    Me gusta mucho cómo escribes.

    Ay, esa obsesión adolescente...

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