El insomnio es, indiscutiblemente, la madre de cualquier arte. O, como mínimo, el útero en el que toma forma. Es más, ha aportado a la literatura más que el amor y el sexo; a los pinceles, más que cualquier turgente cuerpo desnudo, y a la música, más que el mismísimo Stradivarius. La magia de su histeria puede convertir cualquier interés en obsesión, y es así como se genera una obra maestra. Si algún iluso se atreve a discrepar, o bien no es artista cierto, o bien nunca tuvo insomnio.
No nos engañemos, una persona cuerda, de las que duermen del tirón, comprende que es preferible (cuando menos, más sencillo) amoldarse a cualquiera de las formas de creación ya existentes. Una mente descansada no dedica horas de sueño a imaginarse figuras imposibles y ritmos átonos. Me atrevería a asegurar que el Sueño de una noche de verano no escogió la noche (aunque sí el sueño) por azar, que la Noche Estrellada no se plasmó a mediodía, y que la sonata de Claro de Luna nació para colmar un silencio de madrugada . Yo misma, emulando a otros noctámbulos, "podría escribir los versos más tristes esta noche". Pero no tendremos esa suerte, al menos hoy no. Por desgracia a mí, los bostezos, sí me quitan el arte de las manos.
Ciertamente he aquí una que se dice no artista, porque insomnio lo que se dice insomnio nunca he tenido. Eso sí, bastante noctámbula sí que soy. ¿Cuenta? ;)
ResponderEliminarUn abrazo niña, sigue escribiendo así de bien y empezaré a creer que no duermes nada por las noches ^^