lunes, 6 de junio de 2011

El sueño del despierto

El insomnio es, indiscutiblemente, la madre de cualquier arte. O, como mínimo, el útero en el que toma forma. Es más, ha aportado a la literatura más que el amor y el sexo; a los pinceles, más que cualquier turgente cuerpo desnudo, y a la música, más que el mismísimo Stradivarius. La magia de su histeria puede convertir cualquier interés en obsesión, y es así como se genera una obra maestra. Si algún iluso se atreve a discrepar, o bien no es artista cierto, o bien nunca tuvo insomnio.
No nos engañemos, una persona cuerda, de las que duermen del tirón, comprende que es preferible (cuando menos, más sencillo) amoldarse a cualquiera de las formas de creación ya existentes. Una mente descansada no dedica horas de sueño a imaginarse figuras imposibles y ritmos átonos. Me atrevería a asegurar que el Sueño de una noche de verano no escogió la noche (aunque sí el sueño) por azar, que la Noche Estrellada no se plasmó a mediodía, y que la sonata de Claro de Luna nació para colmar un silencio de madrugada . Yo misma, emulando a otros noctámbulos, "podría escribir los versos más tristes esta noche". Pero no tendremos esa suerte, al menos hoy no. Por desgracia a mí, los bostezos, sí me quitan el arte de las manos.

1 comentario:

  1. Ciertamente he aquí una que se dice no artista, porque insomnio lo que se dice insomnio nunca he tenido. Eso sí, bastante noctámbula sí que soy. ¿Cuenta? ;)
    Un abrazo niña, sigue escribiendo así de bien y empezaré a creer que no duermes nada por las noches ^^

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