jueves, 2 de julio de 2009

la gueule de bois

Sigo viendo amaneceres borrosos tras la bruma, que esperan pacientes a que me ponga las lentillas y alcance a admirar su esplendor. Pero me pesa la incertidumbre en los nudillos, y respiro fuerte sin preocuparme de oler...aspiro aire pero no me sacia los pulmones; bebo agua, pero me sigue matando la sed. Y aspiro y bebo, también almas ajenas, sin llegar a impregnarme de su esencia, sin llegar a asomarme a su interior.
Por la mañana, todo me parece más salado que de noche. Y no puedo, aunque me esfuerce, desayunar besos sin nombre. Tengo cerrado el estómago, y tal vez la garganta también, tengo los pies fríos de deambular por la sombra. Y no huelo nada...ese es el peor aroma.

3 comentarios:

  1. La habitación estaba tan vacía que al abrir la puerta se generó tal corriente de aire que ya resultó imposible volver a cerrarla. Refugiarse bajo las antiguas sábanas no servía de nada, el viento las arrastró sin remedio a ninguna parte.
    Un delgado cordón deshilachado aún unía pasado y presente pero en el fondo él estaba convencido de que no iba a aguantar mucho más. No sabía que sucumbiría antes a aquella fuerza si aquel cordon o sus manos que parecían no querer hacer nada por evitar la partida.

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  2. Excelente tu relato.
    Abrazos

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  3. Gracias, Excelente tu Beatrice...

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