domingo, 19 de enero de 2014

Granada se queda pequeña

Esta tarde se ha ataviado con esa mirada sombría de quien intuye que algo se acaba.

Se ha tapado la cabeza con un nubarrón esponjoso y ha blanqueado aún más sus hombros nevados, para que me cueste ignorar que llevaba demasiado tiempo sin un fondo así de majestuoso para mis recuerdos. El avión se ha detenido aún unos segundos antes de ensordecer la escena (porque eso es lo que hacen los aviones, teñirlo todo de indeleble ruido) y me ha parecido ver al Veleta guiñar, preguntarme con picardía si estas alas me llevan tal vez a un lugar donde se hacen mejores fotos.


Creí haber encontrado un suelo donde crecer más rápido, más alto, pero uno nunca olvida su primer amor. Granada se me ha quedado pequeña, me convenzo y me sepulto en rancios motivos y pesadas sentencias. Argumentos que sólo sirven cuando uno está fuera del influjo.
Ya casi había olvidado que esto es más inmenso que el tiempo, porque detiene todos los relojes. Pasarán mil años y aquí no habrá muerto nada, ¡nada! porque el encanto no tiene caducidad ni se marchitan las huellas en los adoquines. Granada sigue siendo arte en equilibrio, y yo sigo tendiendo un hueco en ella.

A mí no me engañan los sentidos: ¡no es que me quede pequeña! Solamente, y por desgracia, Granada me queda lejos.

2 comentarios:

  1. Precioso homenaje a nuestra "pequeña" Granada :)

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  2. Granada es una tramposa de perspectivas. De cerca se ve pequeña, pero conforme te alejas... quien se siente más pequeña ¡eres tú! ;)

    Besitos granadinos :)

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